4 maneras de fomentar el autoconocimiento infantil
“De todos los conocimientos posibles,
el más sabio y útil es conocerse a sí mismo”
William Shakespeare
Ayudar a nuestros niños a
reconocerse en sí mismos, a comprender sus emociones y a valorar sus actitudes es
la clave para conseguir un buen estado de salud emocional durante toda su vida.
El autoconocimiento es la llave que
abre la puerta de la plenitud emocional. De hecho, una vez que
adquirimos esta habilidad, podemos estar seguros de que vamos a tener siempre
una estrategia de regulación emocional a nuestro servicio.
Por eso, es de gran importancia
cultivar estos aspectos en nuestros niños para que crezcan sanos y felices. A
continuación os ofrecemos 4 enseñanzas que nos ayudarán a fomentar el
autoconocimiento en los niños:
1-Una persona no es lo que los demás piensen de ella
Creer que somos lo que opinan de
nosotros en un error muy común tanto en el pensamiento infantil como, por
supuesto, en el adulto. De hecho, a ciertas edades, los niños tienden a
poner etiquetas a casi todo, incluso a las personas.
En un principio, estas
clasificaciones pueden suponer en un ahorro importante para relacionarnos con
el mundo. Sin embargo, hacen mella en el reconocimiento de nuestra
identidad y nos acabamos creyendo que básicamente somos el alto, el gordo, el
guapo o el inteligente.
Esto, por supuesto, no define
a una persona pero sí que acaba determinando sus comportamientos y sus
pensamientos si está, durante un largo tiempo, sometido a las etiquetas y a las expectativas externas.
El niño tiene que entender que, al igual que él dispone un mundo interno
muy diverso, los demás también lo poseen.
Si el niño comprende que su compañero
de clase no es solamente “el que mejor juega a fútbol” sino
que también piensa, sienta, ríe y llora, entonces tendremos la mitad del camino
hecho para que comprenda que todos somos mundos independientes.
2-No hay que dejar que nuestras emociones nos gobiernen
“Conocer a bien a los otros es
inteligente, conocerse bien a sí mismo, es sabiduría”
Einstein
El niño debe de comprender que antes
de que una emoción se manifieste con fuerza (por ejemplo, el enfado), nos ha dado un montón de avisos y
se ha mostrado, sutilmente, a muchos niveles.
Podemos usar la metáfora de la
receta. Ésta consiste en que el niño reflexione sobre
el sabor de sus emociones y, poco a poco, reconozca cada uno de los
ingredientes. Podemos empezar el juego por delante o por detrás, es decir, con
el plato cocinado o sin cocinar y, así, desgranar cada ingrediente o matiz que
compone el sabor de la emoción.
3-Los propósitos no nos definen, nuestras actitudes sí
Es bastante común que les realicemos
la maravillosa pregunta: “¿qué quieres ser de mayor?”. Entonces ellos
nos contestan: médico, enfermera, peluquera, carpintero… Luego, como mucho, les
preguntamos que por qué quieren serlo y se acabó.
Al fin y al cabo el “querer
ser de mayor…” es un juego de niños; pero.., ¿eso les define? Por
supuesto que no. Esto es solo un ejemplo, pero los infantes tienen
que vivenciar que no somos lo que logramos ni lo que queremos
lograr, sino que estamos gestionando de forma constante nuestra identidad.
Por eso, los niños tienen que
entender que su búsqueda y su actitud será lo que conforme su futuro,
no sus expectativas o sus anhelos. Hay que dejarles explorar
mentalmente sus posibilidades y el camino que tienen que recorrer, fomentando
siempre una actitud proactiva e independiente hacia su futuro. Esto les ayudará a no frenarse a
sí mismos.
4- Es importante reservarse un espacio propio e íntimo cada día
“Ver es algo más que mirar. Ver consiste
en advertir los detalles.
Para ver bien una flor se ha de mirar
con lupa, por dentro.”
Alain (filósofo y
ensayista francés)
El reconocimiento de su estado
anímico y de sus pensamientos hará que desarrolle sus
competencias socioemocionales de la manera adecuada.
No obstante, hacer que nuestros niños
alcancen este grado de desarrollo emocional requiere que invirtamos tiempo y esfuerzo. Lo
primero que tenemos que hacer es evitar que se contaminen por las
prisas y las malas costumbres que mantiene la sociedad adulta actual.
Hay que facilitar y favorecer que
el niño adquiera el hábito diario de reflexionar sobre lo que ha hecho, cómo se
ha sentido, qué cosas son las que le gustan y cómo pueden conseguirlas.
Simplemente se trata de invitarle a
que inicie el juego de pensar sobre su día, sobre sus apetencias y sobre sus
disgustos. Una manera ideal de hacerlo es estableciendo un símil entre su mente
y una máquina de pensar, haciendo así que entienda la importancia de
conectarse con su interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario